martes, 25 de mayo de 2010

Internet mató a la estrella de la televisión

El final de Perdidos ha sido decepcionante. No podía ser de otra manera. Para los guionistas, ha sido imposible mantener la coherencia al tiempo que pretendían, episodio tras episodio y temporada tras temporada, sorprender a la audiencia con giros argumentales inesperados. Lo que empezó como una serie realista (¿nadie recuerda ya que, en la primera temporada, el humo negro era más lento, iba acompañado de un ruido mecánico, y no podía volar?) fue derivando hacia la ciencia ficción y ha terminado como una fantasía místico-metafísica. ¿El culpable? Internet. Gracias a Internet, los miles de fans de la serie han podido publicar instantáneamente decenas o centenares de hipótesis, ideas, explicaciones... entre las que forzosamente alguna tenía que coincidir con las secretas intenciones de los guionistas. Antes de Internet, cada fan podía compartir sus hipótesis con un pequeño círculo de personas; si uno conseguía anticipar la explicación de algún enigma, quedaba como un listo entre sus amigos, pero la cosa no tenía más trascendencia. Para el público en general, el misterio estaba a salvo. Ahora, Internet ha funcionado como una inteligencia colectiva que, semana a semana, ha ido desentrañando los misterios planteados por la serie y publicándolos a escala global, obligando a los guionistas a una huida hacia adelante para no dejarse comer el terreno. En la era de Internet, con el tiempo que requiere una serie como Perdidos para desarrollarse, cualquier idea que pueda tener un grupo de guionistas será desvelada (entre centenares de explicaciones falsas, claro) por esa inteligencia colectiva en la que las neuronas son los fans. Internet puede decir a los guionistas lo que decía al superdotado protagonista de la serie "Malcolm in the middle" un niño aún más superdotado: "En mi cerebro, cada neurona es un cerebro como el tuyo."
Señores (y señoras) creativos: o hacen las series más cortas (y, por favor, tengan el final ya previsto desde el principio), o renuncian a la sorpresa a toda costa y se resignan a ver desvelados sus misterios antes de tiempo, o tendrán que dejar los enigmas para el cine y la literatura. Si no, somos los espectadores quienes tendremos que resignarnos a que nos vuelvan a tomar el pelo con argumentos contradictorios, misterios sin explicación tapados con otros misterios y finales tan "abiertos" que ni los propios guionistas saben lo que significan. O no.

lunes, 10 de mayo de 2010

Metáforas involuntarias en la publicidad

Con la llegada de las emisiones en 16:9 de la televisión digital, algún avispado publicitario se ha dado cuenta del problema que representan los antiguos televisores de formato 4:3 que aún sobreviven en muchos hogares (como el mío, sin ir más lejos). Un anuncio en formato 4:3 se ve achaparrado en un televisor 16:9, y a la inversa, un anuncio en 16:9 se ve demasiado espigado en 4:3. No hay más que fijarse en las ruedas en los anuncios de coches. Así que algunos anunciantes han optado por una solución salomónica, y están empezando a proliferar en nuestras pantallas los anuncios que no están ni en 4:3 ni en 16:9, sino en un formato intermedio, digamos 14:9. Así, se reduce la deformación en todos los televisores, pero por otro lado, en ninguno se ven bien: en los televisores 4:3 siguen viéndose un poco estirados verticalmente, y en los panorámicos aún se ven demasiado regordetes. La verdadera naturaleza de la publicidad queda así al descubierto: Se trata de deformar sutilmente la realidad para vendernos el producto de turno.

Aunque a veces ocurre lo contrario. Un anuncio, involuntariamente, se convierte en metáfora de una realidad que preferiría ocultar. Ahora estamos viendo en la televisión un anuncio de una tienda o grandes almacenes, no me ha quedado claro, en el que un enorme edificio cae del cielo y se lleva por delante una tienda de beduinos. Es la cara más sucia de la globalización: la destrucción de las culturas autóctonas.

sábado, 1 de mayo de 2010

La primera crítica llega desde el Facebook

"El expediente Karnak" de Germán Fernández Sánchez

Germán Fernández es un físico del 65 al cual admiro desde hace mucho tiempo . Ha demostrado un enorme talento multidisciplinar no sólo aplicando teorías y fórmulas en el transcurso de su carrera ciéntífico-técnica, sino que ahora también lo confirma en el ámbito artístico-creativo tras leer su primera novela publicada, " EL EXPEDIENTE KARNAK" de Ediciones Rubeo. Una crítica inteligente a los valores sociales, a las jerarquias establecidas , a la capacidad de los que dirigen nuestros designios, al gregarismo social más vulgar, todo ello expresado dentro de/con un apasionante thriller de acción.

He de decir que no me mueve el cariño por ser su excompañero en el Kostka (aún puedo recordar cómo esgrimía de un modo muy particular su bolígrafo BIC naranja para resolver cualquier problema matemático estirando las alfas,las betas o las gammas en vertical como lo hacía el Greco), por supuesto que no, para recomendaros a todos que leais su obra (y si lo haceis previa compra del ejemplar, mejor).

Acometí la lectura de sus 141 páginas la misma noche que la compré y me hizo pasar una hora y media muy entretenido, inmerso en una peli de aventura y acción plasmada en papel .Contada entre paréntesis (el del cierre sorprendente), con guiños nostálgicos a sus vivencias, con persecuciones trepidantemente narradas, sin arabescos descriptivos ni de los personajes , ni de los escenarios dónde se desarrollan las acciones ,es decir, yendo al grano y haciendo trabajar a nuestra imaginación (muy práctico en tiempos de crisis). También añade pinceladas divulgativas subsumidas en algunos tramos de la novela, la cual está compuesta por relatos contados en primera persona (imprescindible leer el título de cada relato para saber qué personaje lo narra y no perderse) componiendo una sucesión de ellos a través de los cuales fluye la trama vertiginosamente. Una trama que no es más que un manto dorado que envuelve una lúcida e inteligente crítica social como decía al principio . Personajes de ficción, reencuentro de antiguos compañeros de clase, amor, humor, buenos , malos, malísimos, asesinatos, trigonometría esférica y hasta teorías antropológicas todo en uno.

En fin, una "joyita" como su autor. No cabe más que recomendar que la compreis ( y si la leeis mejor) si es que quereis pasar un buen rato con la novela de Germán. Abrazos.D.F.