lunes, 12 de diciembre de 2011

El neutrino: La nueva generación

Después de casi tres años divulgando la ciencia en el blog El neutrino, en los últimos días me he quedado tan sorprendido como debieron de sentirse en 1962 los físicos Leon Lederman, Melvin Schwartz y Jack Steinberger, cuando descubrieron el neutrino muónico, diferente del ya conocido neutrino electrónico, y demostraron así la existencia de varios tipos de esas partículas. Lo mismo me ha pasado a mí. De pronto, después de tres años de soledad, he descubierto que existen al menos dos neutrinos diferentes en internet. Aunque, pensándolo mejor, creo que mi sorpresa ha sido mayor que la de los científicos citados, ya que, en su caso, algunas predicciones teóricas de aquel entonces ya sugerían esa posibilidad. En mi caso, no. Nada hacía presagiar lo que ha ocurrido en fechas recientes: la aparición de una nueva web de divulgación científica llamada elneutrino punto nosequé.

Siempre es bienvenido un nuevo espacio dedicado a la divulgación de calidad, pero me sorprende la coincidencia en el nombre. Me sorprende y me halaga. Me sorprende porque, sobre todo en este pequeño mundillo de la divulgación científica en español, no debe de ser fácil pasar por alto un sitio que lleva funcionando con regularidad casi tres años, y que mantiene contactos con otros espacios de divulgación a través de los diversos carnavales, de física, de química, de matemáticas..., que se organizan regularmente. (¿O sí lo es? Porque parece que no es la primera vez que ocurre...) Por otro lado, me halaga, porque si alguien más ha decidido bautizar su web de divulgación con el nombre de El neutrino, es que no soy el único que piensa que es un buen nombre; lamento por ellos que entre la infinidad de nombres disponibles, el bueno ya estuviera cogido...

No sé quién está detrás de este nuevo neutrino de internet (yo al menos no he podido encontrarlo en su web), pero lo que sí sé es que no soy yo. Bastante tengo con el blog, con mis colaboraciones con Ciencia para escuchar y el periódico Madrid Sindical, y con la redacción de mi segunda novela. Eso sin contar con mi familia y con un trabajo a tiempo completo. No quiero decir con esto que el nuevo neutrino sea mejor ni peor que el mío. En eso no me meto. Soy plenamente consciente de que pueden existir por ahí divulgadores tan buenos o hasta mejores que yo. Solamente pretendo, como diría Guillermo Brown, hacer constar un hecho: Que el blog El neutrino no tiene ninguna relación con esa nueva web. Para que nadie se lleve a engaño.

lunes, 19 de septiembre de 2011

La gafa en el ojo ajeno

¡Qué angustia de verano, madre mía! Y todo por otra de esas modas absurdas y dañinas, una vez más. Que no escarmientan. Me refiero a esas enormes gafas de sol que llevan este año (casi todas) las mujeres. Absurdas porque cuando termine el verano y se las quiten, si es que de verdad protegen de los rayos solares, van a tener la mitad de la cara blanca, y van a parecer ositos panda. Y dañinas, porque están provocando mi ruina social. La mía y la de tantos otros que, como yo, supongo que sufrirán las mismas inquietudes, la misma desazón.

En las últimas semanas he llegado a la conclusion de que soy incapaz, en el 99% de los casos, de reconocer a las fulanas (en el sentido de mujeres indeterminadas o desconocidas, no en el otro...) portadoras de esas gafas. Sí, a veces una boca, una nariz, un cardado (ya tengo una cierta edad, y algunas de mis amigas también) hacen posible la identificación. Pero son las menos. Me declaro incapaz de reconocer a una mujer oculta tras esas gafotas.

No estoy solo en esa incapacidad, ni mucho menos: Ni siquiera los sistemas informáticos de reconocimiento facial con los que tanto nos han familiarizado los múltiples CSIs y sus derivados pueden identificar a una persona con gafas de sol. De hecho, por lo que he leído, y en contra de lo que nos muestra la ficción, esos sistemas, que funcionan muy bien en el laboratorio (incluso parece que son capaces de distinguir a gemelos idénticos), son bastante inútiles en cuanto los sacan a la calle. Según datos de 2004, el sistema instalado en el municipio de Newham, en las afueras de Londres, no ha sido capaz de reconocer a ningún delincuente tras varios años de funcionamiento; por la misma razón, el sistema instalado en el aeropuerto internacional de Boston fue desmantelado después de dos años.

Cada vez que me cruzo con una de esas enmascaradas inidentificables, no sé si me mira o no, no sé si me conoce o no, no sé si debo saludarla o no. Si no me saluda, malo. ¿Me conoce, pero no me ha visto? Pero si me saluda, peor. ¿Ha sido un saludo, o un movimiento de cabeza sin intención? ¿La conozco? ¿Me saluda a mí, o a otra persona? ¿Adónde está mirando? ¿Me mira porque yo la miro más de la cuenta, al tratar de identificarla tras sus enormes gafas? Lo que decía, esta moda está minando los cimientos de la sociedad.

Ya no sé que hacer. Hace pocos días me ha saludado con bastante efusividad (pero de lejos y sin quitarse las gafas) una joven de tan buen ver que, mejorando lo presente, y que me perdonen mis amigas, sigo sin ser capaz de identificar. ¿Me conocía de verdad, o sólo pretendía mosquearme? Me están volviendo paranoico.

Y encima se quejarán de que no las miremos a los ojos.

jueves, 7 de julio de 2011

¿La vida imita al arte?


Espero que los ladrones no se hayan inspirado en El expediente Karnak para cometer esta fechoría. Espero también que a nadie se le ocurra acusarme de incitación al crimen o de cooperación necesaria. ¿Por qué no pondría en la novela que "cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia"?

martes, 24 de mayo de 2011

¿Por qué no "Medianoche en París"?

La última película de Woody Allen se estrena en España con el título "Midnight in Paris". Así, en inglés. Y eso que es una película medio española. Comprendo que a veces es complicado traducir un título, pero no me parece que sea el caso aquí, y además, ¿qué tiene de malo "Medianoche en París"? (Claro que en la categoría de dejar los títulos en su idioma original hay casos más surrealistas, como "Brooklyn Follies", de Paul Auster, que en inglés no se titula así, sino "The Brooklyn Follies".)

Mis lectores habituales, si es que tengo alguno, pensarán que la tengo tomada con los traductores (Lost in Translation, La vida, instrucciones de uso, de Georges Perec, De "jamatum" a unciforme en 25 segundos, An unsatisfactory translation, ¿Poli-qué?), pero no se trata de eso. Lo que ocurre es que los traductores tienen un gran poder. Pueden convertir una obra maestra en un libro mediocre. O lo contrario. Como decía el tío Ben, un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Y eso es lo que les pido, que ejerzan esa responsabilidad.

Volviendo a Woody Allen, hace sólo unas semanas probablemente habría puesto verde al responsable de la (no) traducción del título de la película. Pero hoy ya no. Hace muy poco he descubierto la impagable labor que hacen los traductores españoles en favor de los autores locales. Una labor callada, casi secreta, y por consiguiente ingrata. Los traductores están preservando los buenos títulos para que los autores españoles podamos usarlos. "Medianoche en París". ¿Quién lo quiere?

¿Cómo lo he descubierto? Con otra película reciente y con un libro, no tan reciente. La película, "Encontrarás dragones", se titula en inglés "There Be Dragons"; el libro, "Here, There Be Dragons", se tradujo en España como "Tierra de dragones". Ambos títulos originales aluden a la expresión "Here be dragons", que presuntamente se usaba en los mapas de la antigüedad para marcar los territorios peligrosos o inexplorados.

En realidad, sólo se conserva un mapa (o más precisamente, un globo terráqueo) en el que figure esa expresión (en latín: "Hic sunt draconis"); el globo Hunt-Lenox, de principios del siglo XVI. Y quizá ni siquiera ponga eso. La inscripción "Hic sunt dracones" aparece en la costa oriental de Asia, y se debate si se refiere a "dragones" o al "reino de Dragoyán" descrito por Marco Polo.

La verdadera expresión empleada en la antigüedad era "Hic sunt leones", lo que no es de extrañar, ya que la reducción del área de distribución del león ha ido aparejada con la expansión de la civilización occidental; recordemos que hasta el año 100 a.C. hubo leones en Grecia, en el siglo X desaparecieron del Cáucaso, en el siglo XVIII de gran parte de Asia, y entre finales del XIX y principios del XX fueron exterminados en Oriente Medio y en el norte de África.

De todos modos, aunque la expresión "Hic sunt draconis" o "Here be dragons" sea apócrifa, no deja de ser un buen título. "Aquí hay dragones". Gracias, traductores. Quizá lo use en alguna de las novelas (iba a decir "saga", pero no estoy seguro de que vayan a formar una saga en el sentido clasico, y por clásico no me refiero a las sagas escandinavas) que estoy planeando y con las que, con permiso de Laura Gallego, tengo la intención de revolucionar el género dentro de unos años. Pero ya estoy hablando demasiado.

lunes, 4 de abril de 2011

No se puede decir peor

Se está emitiendo estos días en televisión un anuncio de una conocida bebida carbonatada en el que un personaje suelta la siguiente perla:

"Está hecha para hacer sentir bien a la gente."

Vayamos por partes:

1) "Está hecha para hacer..." es lo que se llama una homeología, una repetición tediosa, enojosa o inútil.

2) "...hacer sentir...". En el colegio me enseñaron que hay que intentar evitar poner dos o más infinitivos seguidos.

3) "...hacer sentir bien a la gente." ¿De qué verbo es complemento "a la gente"? Por su posición, parece que es el complemento directo de "sentir", o sea, que la frase significa que "está hecha para conseguir que (alguien) sea sensible a la gente". Pero no creo que sea ésa la intención de la frase. "a la gente" debe de ser más bien el complemento indirecto de "hacer", que indica también quién es el sujeto de "sentir"; así que nos encontramos como mínimo ante un hipérbaton, una alteración del orden sintáctico de las palabras ("Está hecha para hacer a la gente sentir bien"). En este caso, la frase significaría que "está hecha para conseguir que la sensibilidad de la gente funcione bien". Pero tampoco es eso lo que la frase pretendía decir en realidad, como veremos a continuación.

Hasta aquí se ha tratado sólo de objeciones estéticas o estilísticas, que pueden ser más o menos discutibles. Pero aún queda lo mejor (o lo peor, según se mire):

4) "...sentir bien..." es un calco del inglés "feel good", que significa "sentirse bien". No es ésta la primera vez que observo esta omisión del pronombre reflexivo. Todas las noches, al principio de cierto programa de televisión, una voz dice "pase lo que pase, te haremos sentir bien". ¿Qué van a hacer? ¿Mejorar mis órganos de los sentidos para que funcionen mejor? Porque sentir es "Experimentar sensaciones producidas por causas externas o internas", y es además un verbo transitivo, hay que sentir algo. Lo que de verdad quieren decir es "te haremos sentirte bien"; efectivamente, sentirse es "Hallarse o estar de determinada manera". Parece que hay un horror a la repetición del pronombre átono, "te" en este caso. Pero ambos son necesarios: el primero es el objeto indirecto de "haremos", que como en el caso anterior de "la gente" indica también quién es el sujeto del segundo verbo, mientras que el segundo es el pronombre reflexivo de "sentir". La diferencia queda muy clara en este otro ejemplo: unas gafas bien graduadas "te hacen ver bien" por feas que sean, mientras que unas gafas a la última moda, aunque no tengan cristales, "te hacen verte bien". Si se quiere evitar la repetición, siempre se puede decir "pase lo que pase, haremos que te sientas bien". En el anuncio del que hablamos, para más inri, ni siquiera se produciría esa repetición de pronombres. ¿A qué viene entonces la omisión? En fin, que quedaría mucho mejor si dijeran:

"Está hecha para lograr que la gente se sienta bien". ¿No?